EL INTERIOR MIGUEL GARCÉS
Nuestro jugador Miguel. Foto de Aloma y David Barreiros.
EL GARRAPINILLO GANÓ EN LA GRAVERA DEL PIGNATELLI
Jugábamos en las Delicias, en el campo del Hogar Pignatelli, probablemente el peor campo de Zaragoza. Un campo peligroso para el fútbol, indigno del siglo XXI. Cuesta entender por qué se juega allí, por qué la Diputación de Zaragoza que tanto dinero invierte en mil y un proyectos no ha solicitado o negociado un campo de hierba artificial o natural, máxime cuando es una arteria fundamental para la práctica del fútbol donde juegan muchos equipos de todas las categorías. Creo que las quejas que aquí se expresan llueven sobre mojado: el campo presenta un suelo lleno de piedras, eslomado, con hoyos, con un bote incontrolable, durísimo (te caes al suelo, recibes una falta, y vuelves a casa escocido, sangriento y con todo tipo de lesiones en los tobillos y con la planta quemada…), cualquiera de los dos terrenos que hay son campos inadecuados para el fútbol. Tanto la Diputación de Zaragoza, como el Ayuntamiento y la Federación de Fútbol debieran juntarse y tomar cartas en el asunto: que se juegue ahí es una temeridad. Una temeridad que se hace rutinaria porque se juega sábado y domingo.
El Garrapinillos juvenil jugaba ante el Delicias. Tras el estreno de nuestro campo de hierba natural el pasado jueves, los jugadores notaron la incomodidad. Y creo que el Delicias también. Tiene algunos jugadores de buen toque que sufren ahí. Jugamos con viento a favor desde el primer instante, y eso nos favoreció. Nos acercábamos, sacábamos córners, jugábamos sobre todo por la banda derecha, aunque por la izquierda Alex Fernández tuvo una ocasión clara, pero no se veía la peligrosidad deseada. Jorge tampoco estuvo acertado con los saques de esquina: no se percató de que era el día ideal para colocar el balón en el segundo palo; si el pasado sábado estuvo a punto de marcar en nuestro campo de San Lorenzo, ayer podía haber ensayado alguna rosca más efectiva aún.
La primera parte fue claramente nuestra: el Delicias atacó poco, intentaba contragolpear, lo hizo en un par de ocasiones con peligro, pero se encontró con nuestro portero Gayoso, y con otra tarde solvente de Alfredo y Marcos, de Aitor y de Alex Velilla. Nuestro cuatro, Marcos, que no entrenó en toda la semana, me diría luego: “Estoy reventado. Si el partido dura un minuto más me caigo”. Poco antes de finalizar el primer lance, Eduardo Pirri pugnó por un balón con el defensa y el portero, los dos rivales le llevaban ventaja, pero su determinación le concedió el premio. Gol. Nos íbamos al descanso con ventaja e íbamos a sufrir contra el viento.
La segunda parte se jugó de poder a poder, de nuevo. Con intensidad, con bravura, con deportividad. Delicias realizó dos o tres jugadas peligrosas, muy peligrosas incluso, lanzó algunos saques de esquina, pero no logró marcar. Nosotros atacamos, hubo algunas ocasiones de jugadas elaboradas y de contragolpe, pero tampoco acertamos con la portería. Ayer, en los últimos metros, se incumplió una norma de trabajo que intentamos llevar a cabo siempre: hay que terminar las jugadas y a ser posible con un lanzamiento que vaya a la portería, mejor o peor, más o menos peligroso, pero que vaya al interior del marco. Llegábamos al área, a la zona de la medialuna, penetramos por la izquierda y por la derecha, Pirri se preparó en varias ocasiones el balón para chutar, pero al final siempre ocurría algo: el propio desconcierto de los nuestros, el temor a enviar el balón a las nubes, un mal bote, el exceso de confianza, la lentitud, cierta impericia e indolencia, o la buena actuación de los defensores rojillos. El partido se jugó en un constante ida y vuelta, sobre todo en la segunda parte, pero fue un partido noble, limpio, intenso, con apremio para ambos guardametas; nosotros mirábamos el reloj, sin duda; Jorge hubo de retirarse con las rodillas ensangrentadas (el propio árbitro le dijo que tenía que limpiarse la sangre y abandonar el campo para hacerlo), Jaime reemplazó a un cansado y enfriado Aitor; Pirri anda con el tobillo muy dolorido; a Miguel se le subía la bola…
Nosotros teníamos solo catorce jugadores tras las dos expulsiones del otro día: ni Diego Cali ni Adrián Serna podían jugar. Y hemos perdido a Diego Severo, el puntero uruguayo que ha regresado a su país. Formamos así: Gayoso; Alex Velilla, Marcos, Alfredo, Aitor; Diego, Mario (capitán); Miguel Garcés, Jorge, Alex Fernández; Eduardo Pirri. Entraron Jaime por Aitor (Alex Velilla, que realizó un partido muy completo, se trasladó a la banda izquierda), Alex Navarro por Alex Fernández, jugó primero en la banda izquierda y luego de mediapunta y de centrocampista de contención, y Juan por Jorge: correteó por la banda izquierda todo lo que pudo. Ganamos por la mínima, 1-0, y creo que con justicia, eso sí, pero con escaso margen. De no haber tenido el gran despiste que tuvimos en Pina de Ebro, nuestra posición sería mucho más interesante. Creo que ahora nos colocaremos terceros o cuartos. Tenemos 16 puntos, y un partido menos.
Me pasó una cosa muy bonita: cuando entré en el campo, el entrenador de Delicias me dijo: “Pero, ¿tú no eres el de Borradores? Me encanta tu programa, vuestro programa. De veras”. Al final, nos volvimos a saludar, y repitió lo mismo. La verdad es que se lo agradecí muy sinceramente. [En la foto, vemos a Diego Rodríguez, estudiante de Medicina y mediocentro con Mario Calvera. La foto es de Aloma Rodríguez.]
VICTORIA MUY TRABAJADA ANTE LA JOTA: 2-0
El pasado domingo, en los campos de la Federación, antes de nuestro partido con el Picasso, vimos el choque La Jota-La Puebla de Alfindén. Me dijeron que el guardameta de La Puebla había tenido un error y La Jota aprovechó la ocasión. Marcó un gol, y luego se cerró de modo numantino: La Puebla, que tiene un ariete de ésos que exigen jugar con varios ojos suplementarios, hizo lo imposible por igualar: disparó desde varias posiciones, se adueñó del ataque y generó muchas ocasiones, tampoco nítidas del todo. Con esa experiencia nos enfrentábamos a La Jota. Con esa experiencia y con dos estímulos: estrenábamos el campo de San Lorenzo de hierba natural, en el que se juega estupendamente bien, y queríamos aparecer por los puestos de cabeza. El equipo en el pasado choque rindió estupendamente, y tuvo una gran seguridad en el eje de la defensa. Eduardo Pirri, nuestro goleador, tenía una convención de empresa y no pudo asistir. Eso nos obligó a cambiar un poco el equipo. Formaron: Gayoso; Diego Cali, Alfredo, Marcos, Aitor; Diego Rodríguez, Mario Calvera; Miguel Garcés, Jorge Rodríguez, Alex Fernández; Adrián Serna. Miguel y Alex Fernández salían por vez primera de titulares en un conjunto en el que todos son titulares e imprescindibles. El partido empezó bastante bien: de poder a poder, pero el control del juego nos correspondía claramente. Nuestro mayor peligro llegó en los saques de esquina: Jorge los sacó con mucha rosca al segundo palo y malogramos al menos tres ocasiones. La siguiente, de un saque más bien a media altura, entró: tocó Adrián Serna y sobre la raya de gol empujó Mario Calvera, que iba a tener una tarde goleadora. Seguimos atacando, aunque costaba mucho desbordar al equipo rival con combinaciones, con buenos pases, con el balón cosido al suelo. Como a mí me gusta que jueguen los chicos. La Jota no generaba demasiadas ocasiones, pero pugnaba por el partido; eso sí, se las veía y se las deseaba en los disparos a balón parado, en las faltas y en córneres. Un ataque por la izquierda, acabó en mano de los amarillos (La Jota), y el árbitro señaló penalti. Lanzó Mario con seguridad y fuerza, burló al portero y segundo tanto. Tras los dos goles, pareció que el Garrapinillos cedió el control del balón. Y en una jugada donde perdimos la posesión, Diego Cali hizo una falta y, además, fue sancionado con tarjeta. Poco después repitió otra falta en un contragolpe del contrario, y el árbitro lo mandó a la caseta. Era uno de esos árbitros que conocen al dedillo el reglamento y que resultan más rigurosos que si arbitrasen en Primera División. Teníamos que jugar alrededor de 55 minutos con diez jugadores. Hicimos un cambio en el descanso: Alex Velilla reemplazó a Alex Fernández y se ubicó de lateral derecho. En la segunda parte, habíamos tomado el mando de nuevo con diez. De repente, Adrián Serna se quejó de haber sido golpeado y se encaró con el rival. El árbitro le sacó tarjeta amarilla. Poco después, en el momento que lo relevaba para que la cosa no fuese a mayores, se dirigió hacia el banquillo (iba a ser sustituido por Alex Navarro), se sacó la camiseta y el árbitro le volvió a mostrar tarjeta. Expulsado. Nos quedábamos con nueve y faltaba más de media hora. Necesitábamos orden, trabajo, concentración, capacidad de sufrimiento y todo el talento del que fuésemos capaces. Ellos acosaron lo que pudieron, pero tampoco puede decirse que tuvieron ocasiones rotundas. En un par anduvieron muy cerca del portero. El árbitro les pitó un penalti, que rechazó Gayoso y abortó finalmente la defensa. Gayoso volvió a realizar un excelente partido; salvo el leve despiste ante La Puebla su rendimiento está siendo excelente. Las circunstancias nos obligaron a que nosotros creásemos una defensa rocosa y expeditiva. Alex Navarro entró por Jorge; Jaime sustituyó a Miguel y Juan entró por Mario. Todos trabajaron sin desmayo. Diego corrió todo lo que pudo y lo que no estaba escrito. Aitor hizo su mejor partido y especialmente la mejor segunda parte que le recuerdo: alternó defensa y ataque con gran capacidad de combate y de despliegue por su banda; Alfredo y Marcos estuvieron como auténticos valladares. Mario Calvera jugó un partido muy serio, muy serio. Jorge corrió muchísimo, igual que Miguel… Todos. Velilla cumplió en abundancia y jugará ahí, por la derecha, el próximo choque. El partido de hoy ha tenido algo de heroico. Y fue la prueba de intensidad, coraje y entrega de todo el bloque. Hoy usamos la pizarra magnética y la necesitamos más que nunca. Para la semana que viene perdemos a dos jugadores: Adrián Serna y Diego Cali, que tienden a ser los más impacientes a veces. Menos mal que vuelve Eduardo Pirri. Nos enfrentamos a un hueso de la categoría, el Delicias, en un campo espantoso, peor que un patatal, el del Hogar Pignatelli. Un terreno así, peligrosísimo para chavales (le llaman “la pista de patinaje”) no lo debían permitir ni Javier Lambán, presidente de la Diputación de Zaragoza, ni la Federación. *Esta todo corresponde al mediapunta Jorge Rodríguez en el instante de lanzar un córner. Así nació el primer gol: tocó Adrián Serna y remachó Mario Calvera.
VICTORIA A DOMICILIO AL PICASSO: 0-4
Esta ha sido una semana importante para el Garrapinillos juvenil. El pasado domingo, bajo el aguacero de la mañana, se suspendió el partido con el Stadium Venecia, a pesar de que el campo era hierba artificial. Invitamos a todos los chicos a desayunar mientras caía la lluvia. El jueves pudimos estrenar nuestro remozado campo de San Lorenzo, que ahora exhibe una mullida hierba natural. Lo estrenamos y lo disfrutamos con una intensa sesión de controles, de rondos y de disparos. Fue precioso: tuve la sensación de que volvía a la adolescencia; además de jugador del Ural y del Atlético de Arteixo y de las categorías inferiores del Penouqueira, fui masajista y entrenador de mis compañeros de Arteixo.
Esta ha sido una semana especial, sobre todo, porque Diego Severo, nuestro puntero derecho del Uruguay, se marcha definitivamente para su país. Ha jugado cinco partidos con el Garrapinillos, un par de ellos amistosos, y ha logrado cuatro goles, tres en partido oficial. Salvo el fracaso estrepitoso en Pina, de todo el conjunto, todo lo demás ha sido muy positivo. Diego Uruguayo ha colaborado con su juego y, más aún, con sus goles determinantes. El último, poco antes del inmediato adiós, fue ayer mismo en los campos de la Federación: el Garrapinillos venció 4-0 al Picasso, intentó desarrollar su trabajo en torno a tres principios: orden, combate y talento, y el último tanto, de un derechazo desde fuera del área, fue de Diego Uruguayo. Le dije que tenía que cambiarlo, que había compañeros que esperaban para jugar. “Esperá: tengo que marcar un gol”, rogó. Y lo marcó, como él sabe hacerlo. Antes había fallado un par de ocasiones, pero su trabajo fue sólido; resultó peligroso, pugnó por el balón, se asoció con los interiores y con el ariete Pirri, y marcó. Los compañeros le aplaudieron en el campo y en el vestuario. Diego, además, ha sido modélico: vino a entrenar siempre y a cada instante quería jugar su pachanga desde la punta derecha. Eso sí, siempre exhibía algún gesto de picardía. Un sábado repasamos los escritores uruguayos que conocía y eran bastantes, especialmente Horacio Quiroga y Benedetti. No había oído hablar del cantante Daniel Viglietti.
El Picasso no andaba demasiado fino. No había ganado nada, aunque a mí no me decepcionó tanto. Jugó, peleó, buscó la verticalidad y batalló durante mucho rato en el centro del campo, pero todo fue en vano. El Garrapinillos hizo un partido muy serio, trabajó en todos los espacios, quiso el balón y buscó las alas una y otra vez. Primero por el ala izquierda penetró Adrián Serna y marcó. Luego lo haría Pirri en dos ocasiones por el centro, y finalmente completaría el resultado Diego Uruguayo. El nivel del equipo fue como a mí me gusta: exhibió concentración, presión constante, búsqueda del balón, desmarques y trabajo, trabajo de recuperación, y despliegue hacia arriba. Ya lo sabíamos: el que da primero da dos veces. Toma ventaja y mitiga la moral del contrario. Pirri marcó un segundo gol soberbio; el tercero nació de una jugada de Jorge, que trabajó constantemente y dio media docena de pases de gol más que claros. Todo el equipo, insisto, estuvo a buen nivel: la defensa se mostró concentrada y expeditiva; en la media, Mario no perdió su sitio y Diego Rodríguez desplegó su inmensa actividad, robó balones, jugó hacia arriba, aunque le faltó acierto en el remate. Sospecho que siempre piensa que va a fallar: le falta arrojo y confianza de cara al gol. A Pirri le aventuré más de veinte goles en el campeonato: en cinco partidos ya lleva otros tantos goles. Los números cantan por ahora.
Formamos de salida con: Gayoso; Alex Velilla, Alfredo, Marcos, Aitor; Diego, Mario Calvera; Diego Uruguayo, Jorge Rodríguez, Adrián Serna; y Pirri. Y también jugaron Diego Cali, Juan, Alex Navarro, Jaime y Alex Fernández, que hoy disputó casi 60 minutos por cansancio y ahogamiento de Adrián Serna, que le dedicó el gol a su madre y a su padre, que andaban por allí.
Y el próximo sábado por la tarde, estrenamos en competición oficial el campo de San Lorenzo. Tendremos fotógrafo y operador de cámara.
ABULTADA DERROTA ANTE EL PINA DE EBRO: 7-3
Nos había quedado un gran sabor de boca tras la victoria en Ontinar del Salz ante el San Mateo. El equipo, pese a algunas lagunas de concentración, rindió y mostró que tenía gol. Pese a los apuros finales, cuando quedamos con nueve, se ganó con holgadez. Los muchachos, visto el inicio de la Liga del Pina de Ebro (habían perdido 9-0 con La Puebla, al que debimos ganarle nosotros a domicilio, acabamos empatando 1-1), pensaban que el partido era claramente nuestro. El campo del Pina de Ebro no es demasiado bueno, tiene un charco importante en la izquierda y una aire desapacible. Visto desde afuera no parece tan malo. A mí no me lo parece. Los vestuarios andaban más bien húmedos y encharcados. El Garrapinillos encaraba el partido con dos bajas importantes: el libre Marcos, que siempre es un seguro de garantía, y Pirri, el ariete. Ambos habían sido expulsados.
Hubo que recomponer la alineación. Formamos de salida así: Gayoso; Jaime, Daniel Cali, Alfredo, Aitor; Mario Calvera, Diego; Uruguayo, Jorge, Alex Velilla; y Adrián Serna. Se quedaron en el banquillo Miguel, Alex Fernández, Alex Navarro y Juan. Tras los estiramientos y el calentamiento, hubo una advertencia: “Se juega como se entrena. Se juega como se calienta. Y estáis más fríos que carámbanos: dormidos”. Y en efecto: a los pocos minutos empezó el festival de goles. Marcaba el Pina, y empataba el Garrapinillos: por los nuestros igualaron Alex Velilla y Adrián Serna; pronto, tomaron ellos la delantera de nuevo: se pusieron 4-2, y redujimos diferencias a 4-3, aunque nos fuimos al descanso con 5-3. Un córner en corto generó una pérdida de balón entre Jorge y Diego Cali, que ocasionó una jugada al contragolpe en nuestra área y gol. Ese gol fue la ratificación del descalabro total. En el centro de la zaga padecimos como no había visto en mi vida en ningún equipo. Estábamos descompuestos atrás: Diego Cali gritó al entrenador: “Ya sabes que no me gusta jugar aquí, de central”. Alfredo tampoco respondía; luego vi que estaba enfermo, con un gran dolor en el pecho y en la garganta que no le dejaba respirar. Rehicimos un poco el conjunto: colocamos a Mario Calvera de central y le pedimos a él y a Alfredo que jugaron algo más estáticos y juntos, mejor posicionados, en torno al punto de penalti. Los dos ayer carecían de rapidez y de movilidad.
Hicimos varios cambios en la segunda parte. Mantuvimos a los dos centrales, y los arropamos con Alex Velilla, que luego suplió a Alfredo de central, reventado. Alfredo, esté bien o mal, siempre es un jugador admirable, que se bate y se muere en las carreras. Adelante, Miguel regresó a la banda derecha, que es su puesto natural, y Alex Fernández se situó en la izquierda. En los dos primeros minutos, nos marcaron dos goles. Y ahí se terminó el partido, prácticamente. 7-3. Adiós al sueño del triunfo. Generamos algunas ocasiones, lanzamos cinco o seis córners, fallamos tres o cuatro goles cantados (Alex Fdez, Diego Rodríguez, más oscuro de lo que en él es habitual, Jorge y Adrián), y mantuvimos algo más el equilibrio.
Globalmente, el partido fue un desastre, y no solo eso: nos ha despertado un sinfín de incógnitas. ¿Cómo vamos a arreglar el desaguisado de la defensa? ¿Bastará solo la presencia de Marcos para devolverle seguridad, confianza? El equipo tiene facilidad para el gol, o la tuvo al menos en la primera parte, pero posee un nivel físico bajísimo: se percibe en exceso que los jugadores fuman mucho, que no entrenan bien y que están huérfanos de concentración. Hasta ayer habíamos jugado con el sistema 1, 4, 2, 3 y 1, pero que parecía el ideal. Lo más positivo de ayer fue la mejoría de Alex Velilla, probablemente nuestro mejor jugador (marcó dos goles), el rendimiento de Adrián Serna, que fue capaz de aguantar todo el partido con un buen rendimiento, y con un gol, y la mejoría de Alex Fernández, que jugó su mejor partido, aunque acaba desfondado y un poco prisionero del miedo. Gayoso, pese a los siete goles, estuvo correcto. Recordaba, con desolación, que hacía mucho tiempo que no recibía siete tantos. Hace dos temporadas por lo menos.
Por ahora, por otra parte, estamos sin campo para entrenar. El Garrapinillos en breve tendrá un campo de césped natural. Y eso también lo notamos mucho porque nos falta velocidad, dominio del espacio, hábitos de defensa colectiva y un poco más de concentración.
El Pina de Ebro fue un justo vencedor. Y nuestro rendimiento estuvo muy por debajo de lo que podemos hacer. De lo que podemos y de lo que debemos hacer.
EL GARRAPINILLOS VENCIÓ AL SAN MATEO
El Garrapinillos juvenil jugó ayer en Ontinar de Salz, ante el San Mateo de Gállego, su segundo partido. Formó de salida con Gayoso; Alex Velilla, Alfredo, Marcos, Aitor; Mario Calvera, Diego; D. Uruguayo, Jorge, Adrián Serna; y Pirri. Estuvieron en el banquillo Jaime, Alex Fernández, Juan y Alex Navarro, pero jugaron todos; Jaime y Alex Fdez. desde el inicio del segundo tiempo. Desde el inicio prácticamente, comenzó dominando y generando ocasiones el Garrapinillos. Pronto marcaría en dos ocasiones Diego Uruguayo, en una vaselina y en un disparo con la izquierda; a punto de finalizar la primera parte, marcó el tercer tanto Pirri, que antes jugaba de lateral izquierdo y arriba demuestra que posee olfato, velocidad y una gran capacidad para combinar. Aprovechó un buen pase de Mario. En la segunda parte, Jorge le sirvió en bandeja un excelente pase que acabó en gol. Luego, el Garrapinillos siguió controlando el juego unos minutos, hasta que se embarulló el juego: Pirri se hizo con un balón, pugnó con uno, con dos, con tres contrarios, y tras varios empujones y faltas, perdió el control y soltó una mano a un rival. El árbitro, un joven dialogante, lo mandó a la caseta. El San Mateo redujo diferencias. Un poco más tarde, Marcos, en otro lance confuso, creyendo que era falta, cogió el balón con las manos en el área. Penalti y expulsión, y gol del San Mateo. El partido ganó en emoción, los últimos minutos fueron de ataques continuos, de constantes alternativas. No peligró el resultado, entre otras cosas porque tanto Jorge como Diego generaron ocasiones, y el equipo se concentró al máximo. Al final, con nervios y con esa tensión habitual provocada por la ardorosa sangre de los juveniles, el Garrapinillos venció 2-4, porque ejercía de visitante. No fue un partido tan brillante como el del pasado sábado. El equipo dominó más, tuvo ocasiones y las materializó, pero faltó algo de brillantez y de combinación. Eso sí, mostró una característica perceptible: trabajó a destajo, quiso el balón, buscó el área rival e intentó acabar las jugadas. Se notó que estamos en fiestas y que algunos no habían dormido, como Alex Velilla o como el propio Diego, que trabajó a destajo pero no tuvo la claridad de otros días. Pirri será el gran goleador del equipo, y Diego Uruguayo volvió a ser determinante, como lo fue ante el Monzalbarba. Parece lento, parece despistado, parece descentrado en los apoyos y en la tarea defensiva, pero profundizó, se zafó en varias ocasiones de su marcador y marcó por partida doble. El primero tras un rechace del palo, a remate de Pirri; el segundo, fue un zurdazo inesperado desde fuera del área. Adrián Serna realizó un gran partido y estuvo a punto de marcar: el balón se le fue al poste y salió fuera. Jorge hizo otra gran jugada personal y se le escapó levemente una estupenda vaselina. Debutaron dos nuevos jugadores: Juan, que jugó de interior derecha, en lugar de Diego Uruguayo, y Alex Navarro, que reemplazó a Mario, algo lesionado. Ahora llega una semana de vacaciones. El equipo, en esta ocasión, jugó de rojo, y el rendimiento de casi todos fue óptimo. Entre los destacados, hay que reconocer el gran partido que realizó el arquero Gayoso: estuvo sobrio, atento y resolvió con aplomo y seriedad todas las intervenciones. El campo, de hierba natural, estaba en espléndidas condiciones. [En esta foto de archivo, vemos a Diego ante un rival con la camiseta roja del Garrapinillos.]
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