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VICTORIA ANTE EL PINA Y FRACTURA DE PERONÉ DE DIEGO

VICTORIA ANTE EL PINA Y FRACTURA DE PERONÉ DE DIEGO

Jugábamos, en el campo de San Lorenzo de Garrapinillos, otro partido importante. Desde la derrota con Marianistas sólo habíamos conocido las formas del infortunio, hecha la salvedad del choque con el Zuera, que igualamos en el último instante de penalti. Perdimos de malos modos con La Puebla de Alfindén y caímos más bien estrepitosamente en los últimos minutos con San Mateo de Gállego. El primero equipo que nos venció en la primera vuelta había sido Pina de Ebro, que ha hecho una buena campaña, que la está haciendo. Esperábamos este choque con temor y con esperanza. En la comida familiar, Diego dijo que esperaba cualquier resultado salvo la victoria, que la veía muy difícil. En nuestra cabeza había un detalle psicológico que nos hacía mella: nos ganaron por su veloz juego arriba, nos rompieron en la segunda parte al contragolpe por velocidad, y nosotros acusamos no solo la palidez defensiva sino la ausencia de Pirri, nuestro delantero centro cuando todo iba bien. Pirri es nuestro máximo goleador: lleva 17 goles.

 

Solo teníamos trece jugadores disponibles, y formamos así: Stalin; Diogo, Pirri, Alex Velilla, Jorge David; Miguel, Diego, Mario, Jorge; Alex Navarro y Adrián Serna, que reaparecía tras muchos partidos en el dique seco por lesión. De suplentes, contamos con Jaime (iba a salir de titular pero sufrió un pinchazo) y Juan. El partido fue intenso desde el primer minuto: intenso, deslavazado y sin un ritmo continuado. Ellos empezaron tomando el mando, levemente, con sus jugadores fornidos, altísimos; los delanteros amenazaban, se les veían modos, pero apenas entraron en juego. Tuvieron, no obstante, una oportunidad clara que dio en el palo, pero pronto pasamos a dominar sin la necesaria mordiente. Era una tarde ventosa. Nos costó imponer nuestro juego, pero poco a poco lo fuimos logrando con trabajo, con ambición, con buenas combinaciones y mejor trato del balón que el rival. La línea defensiva se mostró rocosa y segura en todos sus flancos; el arquero Stalin jugaba su mejor partido (ahora ya nos han confirmado que Gayoso probablemente no podrá jugar más este año por su fisura en un dedo y por el premioso periodo de recuperación), y los demás se manejaban con esfuerzo, con compromiso. Alex Navarro realizaba su tarde más completa (le favorece su altura y una cierta sensación de que toma soluciones impredecibles), pugnaba por doquier, generaba incertidumbre en sus marcadores. En la primera parte acabamos cero a cero. Podía pasar cualquier cosa, pero yo ya sabía algo: el Pina no era tan fiero como lo habíamos pintado. Podíamos, debíamos vencer. Llegó el gol: sacó Jorge Rodríguez desde la derecha con ese efecto tan demoledor que le da y marcó Mario Calvera.

 

Perdimos a Adrián Serna, que sufría en los gemelos y en el pecho. Y poco después saltó la gran alarma: Diego disputó con excesiva suavidad un balón con su voluminoso capitán y recibió un impacto tremendo. ¡Crack! Tuvo que retirarse de inmediato: no podía andar, y ahora está en la Clínica Montpellier con su madre. (Ya ha vuelto: ha sufrido una fractura de peroné, lo han enyesado y dirá, casi con total seguridad, adiós a la temporada. Sin duda la más brillante de su vida de futbolista, creo yo). Aguantamos, generamos alguna ocasión, nos defendimos y, al final, logramos lo que tanto anhelábamos: una victoria de nuevo. Queríamos deshacer el maleficio, volver a comportarnos como un equipo que pelea todo lo que puede, que intentar ser ordenado. Queríamos recobrar la confianza y demostrarnos que podemos… Así, además, rebasamos al Pina de Ebro en tres puntos y volvemos a estar por ahí, cerca del segundo puesto, que es nuestro objetivo para ascender.

 

Fue un partido trabado, sin  brillantez, que se resolvió del lado del equipo que anheló algo más el triunfo. Fue una victoria del bloque. A ningún jugador se le puede poner objeción alguna. Los defensas estuvieron en su sitio, Pirri solventó su tarea con entrega, compromiso, actitud y buenos modales. E intentó cabecear varios córners peligrosísimos. Ahora tenemos 35 puntos. Y la próxima semana, con un montón de bajas de nuevo, sospecho que la de Diego, nuestro pulmón, nos enfrentamos al Movera.

 

PD. Ya está confirmado. Diego ha sufrido fractura de peroné y tiene para varios meses. Quizá diga adiós a la temporada y también a su etapa de juveniles. (En la foto, Diego controla ante el Salvador).

DESCONCIERTO Y DERROTA EN CASA: 1-4

DESCONCIERTO Y DERROTA EN CASA: 1-4

En pocos días, bastante funestos, el Garrapinillos juvenil ha iniciado un importante bajón, cuando no descalabro, espero que un periodo pasajero. El pasado sábado tocamos fondo por motivos propios y ajenos: un arbitraje pésimo, sin mano izquierda, ante La Puebla de Alfindén, y nuestra impulsividad; las dos cosas, mezcladas y amasadas, han arrojado un resultado catastrófico. Perdimos a cuatro jugadores (toda la línea defensiva, casi: Diego Cali, Alfredo, Marcos y Aitor) y, en los últimos instantes, un partido que habíamos aguantando con 1-0 a favor por un definitivo 1-2, que se solventó en torno al minuto 89 poco antes de la invasión del campo de San Lorenzo. Esta ha sido una semana de agitación, de disputas en los despachos, de actas y contractas. Y todo en vano: a Marcos, por devolver una patada sin balón (tras recibir un feroz impacto de tacos metálicos en la espinilla), le han castigado con cuatro partidos; lo mismo a Alfredo, que insultó gravemente al árbitro; lo mismo a Diego Cali, que lanzó al aire un manotazo, y éste dijo que había sido un intento de agresión, y dos a Aitor, que fue expulsado por dos amarillas y despidió al árbitro al grito de “eres un payaso”.

 

Hoy contábamos tan solo con doce jugadores, dos de ellos, cancerberos para enfrentarnos al San Mateo, con el que íbamos igualados a puntos. Nos pareció que debíamos dar una oportunidad a Stalin, que había entrenado con entusiasmo y con absoluta generosidad bajo las órdenes del gran preparador de porteros Pedro. Juan lo había hecho muy bien en todos los partidos anteriores. Salimos al campo con un equipo raro: Stalin; Jaime, Alex Velilla, Pirri y Alex Fernández; Miguel, Mario, Diego, Diogo; Alex Navarro y Jorge. En la primera parte, el partido fue de poder a poder, con mayor dominio de ellos en el primer tramo. A consecuencia de ellos, marcaron dos goles en sendos balones cruzados al área. El Garrapinillos nunca entró del todo en el partido. Los entradores del San Mateo pronto recordaron a los suyos que el pulmón de nuestro equipo es Diego Rodríguez, y le pusieron un muro en un calculado marcaje por zona. Los demás tampoco acababan de entrar en juego, aunque la defensa, hecha la salvedad de las dos ocasiones materializadas, no había sufrido muchos apuros. Con todo, nos fuimos al descanso 1-2, y Alex Navarro estuvo a punto de igualar con un cabezazo al palo tras un fallo de la retaguardia blanquiazul. El árbitro dirigía el choque con corrección y el clima fue, en todo momento, de exquisita deportividad.

En la segunda parte, realizamos algunos cambios tácticos. Stalin; Diogo, Alex Velilla, Jaime, Alex Fernández; Miguel, Diego, Mario, Jorgte; Alex Navarro y Pirri. El más determinante fue que Pirri, nuestro goleador, pasó de central a su posición natural este año: ariete. Generó varias jugadas, Jorge estuvo a punto de marcar en un par de ocasiones, en dos vaselinas a contrapié. En un saque largo, nuestros centrales, Jaime ahora y Alex, se tragaron el bote del balón y el delantero contrario apuntilló el marcador: 1-3. Cuando moría el partido, se produjo el único fallo claro del arquero Stalin y sentenciaron el partido: 1-4. Y no solo eso: nos superaron en nuestro gol average privado. En su campo habíamos ganado 4-2, a pesar de habernos quedado con nueve jugadores.

 

El partido nos dejó una sensación muy amarga. Acariciamos el empate, dominamos los primeros veinte minutos de la segunda parte pero nos faltó punch, juego, combinación, potencia, personalidad, sensación de dominio. Salimos derrotados antes del duelo en un choque que tenía algo de duelo por los expulsados. Y lo peor no es solo eso: nos queda una sensación de incertidumbre y de caos. A mí especialmente. Una de las claves de nuestros buenos resultados –nueve partidos ganados consecutivamente, ocho de ellos oficiales- era la solidez de la retaguardia. Hoy, en momentos puntuales, naufragamos, pero sobre todo naufragamos en juego, en bisoñez, en carácter, en resistencia y en ambición. No hubo nada de lo que solemos exigirnos: pelea, orden y talento.

 

Sólo nos queda seguir ahí: recobrar el entusiasmo, mejorar nuestros entrenamientos, disfrutar más con el balón y enderezar el rumbo con personalidad y sacrificio, con buenos pases y determinación. Si no lo hacemos así, la Liga habrá terminado para nosotros y el sueño elaborado en una primera vuelta magnífica.

TANGANA Y DERROTA ANTE LA PUEBLA DE ALFINDÉN 1-2

TANGANA Y DERROTA ANTE LA PUEBLA DE ALFINDÉN 1-2

Aloma Rodríguez, autora de ‘París tres? (Xordica, 2007) estuvo el sábado en el campo del San Lorenzo, donde ocurrió lo inesperado. El Garrapinillos juvenil se enfrentaba a La Puebla de Alfindén, y el choque terminó como el rosario de la aurora: el árbitro expulsó a cuatro jugadores locales y se produjo una auténtica tangana. Esta es la narración de Aloma.

 

GARRAPINILLOS, 1-LA PUEBLA, 2

 

CUATRO EXPULSADOS LOCALES Y TANGANA

 

Por Aloma RODRÍGUEZ

Mis hermanos pequeños siempre me habían reprochado que no iba a verles a los partidos y ellos, en cambio, habían ido a ver los espectáculos en los que yo salía y habían estado en las presentaciones del libro. Jugaban en equipos diferentes, en categorías diferentes hasta este año. Recuerdo que una vez, llevé a Jorge a un entrenamiento, cerca de la Azucarera. Mi abuela también iba en el coche y se sentía segura conmigo al volante. Este año, por fin, juegan los dos en el mismo equipo. Y mi padre es el entrenador. Y yo soy forofa del Garrapinillos. No sólo porque jueguen mis hermanos y entrene mi padre, sino porque han hecho una gran campaña: hasta hace tres semanas, llevaban siete partidos consecutivos ganados. Al principio, iba a hacer fotos. Pero me metía demasiado en el partido y en las mejores jugadas me descubría con los brazos levantados y animando en lugar de disparando. He visto sacar los córners como nadie a Jorge, crear jugadas de la nada a Diego, dedicar los goles a su madre a Serna, pararse un penalti a Gayoso, marcar a Pirri, a Miguel, a Álex y pegarle al balón como nadie a Mario Calvera. También he visto defender a Marcos, Alfredo y Velilla, jugar por la banda a Diego Cali y asumir la defensa de los palos a Juan.

         El sábado jugaban contra La Puebla de Alfindén y en el minuto 20 ya habían expulsado a dos jugadores del Garrapinillos. Jugábamos en casa. Mario Calvera marcó el penalti que daba la ventaja al equipo local. En la segunda parte, el árbitro parecía decidido a vengarse del equipo local: el Club había interpuesto un recurso para prohibirle arbitrar sus partidos.  

         Con nueve jugadores en el campo, el Garrapinillos estaba haciendo un partido épico: defendía, creaba juego y dominaba el partido. Sin embargo, los ánimos se iban calentando y los chavales cada vez estaban más enfadados con el arbitraje. Pitó una cesión cuando no lo era y el equipo visitante falló una falta dentro del área. Expulsó a un tercer jugador del Garrapinillos y se quedaron con ocho. Ni siquiera así, podían hacerse con el partido los de La Puebla. El empate vino tras una jugada rarísima en la que se pitó otra falta dentro del área por perder tiempo en el saque de puerta. El equipo local se vino abajo. Cuando el equipo visitante marcó el dos a uno en un claro fuera de juego, la afición estalló en gritos e insultos al árbitro. Quizá fue eso lo que le hiciera expulsar al cuarto jugador del Garrapinillos, que se enfadó tanto que apartó la tarjeta roja de un manotazo. Ese fue el fin del partido. El presidente del Club saltó al campo, para suspender el partido. Los expulsados fueron hacia el árbitro, seguidos por una parte de la afición. Se encararon con el árbitro que tuvo que salir del recinto escoltado por el presidente y el entrenador, mi padre. Yo me quedé paralizada, incapaz de tomar una foto de la tangana que se había formado. Barreiros intentaba contener a los jugadores, que mientras iban hacia el vestuario recibieron insultos y escupitajos del equipo visitante. Golpearon la puerta del vestuario contrario y un señor recibió un puñetazo. Mi padre respondía a las súplicas de unos de sus jugadores que, llorando de rabia e impotencia, le pedía que le dejara pegar al árbitro. Por fin, se calmaron los ánimos, y fueron a las duchas. La Guardia Civil estaba en camino.

         El árbitro se fue tras rellenar el acta, “ser árbitro también es aprender a redactar”, dijo. Y saber ser la autoridad en el campo y no dejar que la situación se desborde. Se fue sin entender que, aunque la violencia no está justificada nunca y la reacción de los chavales había sido completamente reprochable, su arbitraje había sido una provocación. 

 

EL GARRAPINILLOS EMPATA EN EL ÚLTIMO SEGUNDO

EL GARRAPINILLOS EMPATA EN EL ÚLTIMO SEGUNDO

GARRAPINILLOS, 3 -ZUERA, 3

Goles locales: Eduardo Pirri, dos; Mario Calvera, de penalti. 

Tengo que empezar la crónica del partido Garrapinillos-Zuera casi donde dejé el del pasado domingo: el Marianistas ganó tras el último segundo, y hoy, nosotros, los rojillos del Garrapinillos, empatamos de penalti, no sé si después del último segundo, o poco antes de que se acabasen los tres minutos de descuento. El magnífico arquero zufariense le hizo penalti a Adrián Serna y Mario Calvera, de un disparo potente y esquinado, igualó un partido que se puso cuesta arriba desde el primer minuto. Poco más se llevaría, o quizá aún no se habrían cumplido los 60 segundos del choque, cuando el portero rival lanzó de puerta, desde fuera el área, Marcos falló en la recepción del balón, el delantero rival se anticipó al arquero Juan y marcó. Durante cinco o seis minutos, el Garrapinillos tomó el dominio del partido, fabricó varias ocasiones claras, pero no logró empatar.

 

El campo estaba en mal estado. Para ellos y para nosotros, pero daba la sensación de que a nosotros nos afectaba más su inestabilidad. O por lo menos nos mostramos más inestables. Antes de los diez primeros minutos, un disparo lejano del Zuera fue repelido por Juan, la defensa no acudió al rechace, el portero quizá pudiera hacer algo más para proteger su propio desvío, pero otro delantero contrario se adueñó de la indecisión y puso el marcador 0-2. Así fue como acabó el primer tiempo. El Garrapinillos quiso y no pudo: fabricó ocasiones por las bandas y por el centro, Pirri erró varios balones, igual que Jorge y Diego, y el Zuera fue tomándole aún más la medida al partido y a nuestra débil defensa hoy: contragolpeó con mucho peligro y acarició, casi tanto como nosotros, el tercer gol. Felizmente no se produjo. Estábamos poco precisos en el marcaje por los costados, había inseguridad por el centro, inseguridad, zozobra y resbalones continuos, la media no contenía el juego del adversario (no fue el mejor partido ni de Jorge ni de Diego; Mario se cansó de lanzar faltas a la olla y acarició el travesaño en una falta), pero el susto –que ya era abundante, casi mayúsculo- no fue a mayores.

 

Ajustamos algo las líneas en la segunda parte. Intentamos corregir algunos errores el marcaje y recordamos que necesitamos el balón. Que teníamos que apurar la recuperación, triangular con precisión, asociarnos en corto. Apelamos a nuestra coordenada: combate, pelea o brega; orden y talento. No nos sobraba de nada de ello. Y en la mejor jugada del partido, que inició Diego, y en la que participó casi toda la delantera, Alex Fernández centró con precisión para que Pirri marcase su tanto 16. Aún nos quedaba un mundo de fútbol. Más de 35 minutos. Cuando parecía que íbamos a igualar, el Zuera ensanchó su ventaja. Pero aún logramos reducir la diferencia al 2-3, de nuevo Pirri marcó. Ellos estuvieron a punto de sentenciar en un fallo del arquero Stalin, que sustituyó a Juan, pero su jugada acabó en el palo, algo que parecía más difícil que marcar. La suerte ahí acudió a nuestro lado, y volvió a favorecernos cuando moría el partido en forma de penalti en un lance entre Serna (que quizá arrancase en fuera de juego) y el espléndido portero, que jugó como un veterano. Fue, por otra parte, su mejor líbero, su mejor central y, si me apuran (y con ello no quiero desdeñar al conjunto contrario en absoluto ni a sus medios, que pararon a los nuestros bastante bien), su mejor centrocampista de empuje. A Mario no le tembló la pierna. Disparó a la derecha del portero, seco y duro, con la máxima superficie de empeine como exige el canon, y gol. El arquero intuyó el lugar y se tiró muy bien, pero el disparo era imposible de atajar.

 

El Garrapinillos tuvo el premio al coraje, al esfuerzo, a la convicción, cosechó el galardón a esa oscura fe de no dar el partido por perdido nunca. No se desmoronó anímicamente, aunque no brilló. La suerte, y esa constancia ciega, arregló el desaguisado. El Zuera es un equipo serio y trabajador, sólido en todas sus líneas, no se vino abajo nunca, ni siquiera cuando parecía estábamos en un tris del empate. Sus jugadores vieron que hoy teníamos un problema: la mayoría de jugadores no llevan tacos de aluminio, y el campo estaba especialmente difícil, un tanto impracticable por el centro. Y eso lo acusamos. El campo esta tarde fue el segundo adversario: tras el rival, el Zuera, el campo de San Lorenzo. El partido acabó con expulsión del arquero y con gran enojo del entrenador. Lo puedo comprender perfectamente. A nosotros nos pasó el otro día en un partido importantísimo ante el líder.

 

Nosotros no encontramos hoy el sitio de manera sostenida. Hubo destellos, buenas jugadas, combinación, pero el tono general fue más bien irregular, de un aprobado justo. Solo nos podemos sentir satisfechos, y levemente orgullosos, de la honestidad de nuestro trabajo, pero no de nuestro fútbol.

Formamos con: Juan; Alex Velilla, Alfredo, Marcos, Aitor;  Diego Rodríguez, Mario; Diogo, Jorge Rodríguez, Alex Fernández; Pirri. También jugaron el portero Stalin (que debutó y permaneció bajo el marco 25 minutos, más o menos), Jaime, Alex Navarro, Jorge David y Adrián Serna. Diogo, el interior portugués, otro (no Diego Cali, que estaba enfermo), también debutaba hoy y realizó un buen partido en el juego de ataque; por ahora le falta sentido táctico, pero su debú ha sido más que correcto.

 

El partido de hoy era el último de la primera vuelta. Creo que quedamos terceros, por detrás del Pina de Ebro, segundo, y del Marianistas, primero, holgadamente destacado. Nuestro balance podría haber sido algo mejor: hemos ganado diez partidos (ocho de ellos de manera consecutiva), hemos empatado dos y hemos perdido tres. En total llevamos 32 puntos. El próximo sábado o domingo, nos enfrentamos a La Puebla de Alfindén.

(Foto de archivo de José Antonio Melendo: Jorge Rodríguez lanza un córner ante el Marianistas. Hoy tiró varios con mucho peligro.)

EDUARDO PIRRI: SEGUNDO GOL ANTE MARIANISTAS

EDUARDO PIRRI: SEGUNDO GOL ANTE MARIANISTAS

Eduardo Pirri jugó el año pasado de lateral izquierdo y este año de delantero centro. Fue una apuesta que el entrenador tuvo muy clara desde el primer día. Ahora, tras el choque con Marianistas, Pirri lleva quince goles. Aquí le vemos cuando volvía a adelantar al Garrapinillos por segunda: marcaba el 1-2.

*La foto es de José Antonio Melendo.

EL GARRAPINILLOS PERDIÓ TRAS EL ÚLTIMO SEGUNDO

EL GARRAPINILLOS PERDIÓ TRAS EL ÚLTIMO SEGUNDO

MARIANISTAS, 3- GARRAPINILLOS, 2

Miguel Ángel Gayoso, con una rotura de dos falanges del dedo meñique, buscó un titular para el partido de esta mañana en el campo de Marianistas: “Victoria con sufrimiento y suerte del Marianistas”. Nosotros dimos la cara hasta varios segundos después del último: el árbitro, un muchacho joven, muy joven, prolongó el tiempo y el Marianistas, líder en solitario, marcó un gol inesperado. Era el 3-2 definitivo; unos segundos antes, el colegiado había anunciado la última jugada: el equipo local sacó una falta al borde de la medialuna que no rebasó la barrera, iniciamos el contragolpe, con Diego y Jorge y Alfredo, que perdió el balón. Y así, cuando todo estaba concluido prácticamente, los blancos ganaron con un gol de zurda que nuestro arquero Juan –que se estrenaba y había estado espléndido- no logró atajar.

El Marianistas, que había sufrido muchísimo, tanto como nosotros sin duda, se encontró ahí con el golpe del líder que se escapa en solitario para ser campeón.

Hasta ahí el partido fue intenso, vibrante, jugado de poder a poder, con mucho trabajo por ambas partes, y con un tiempo para cada equipo. El primero tiempo fue para nosotros: vencíamos por 1-2 en el descanso, tras los goles de Alex Velilla y de Pirri, que ya lleva 15 tantos en la liga; y luego, empataron de penalti, para mi gusto muy riguroso: Aitor llegó justo al balón y lo tocó, y en ese contacto también intervino el extremo derecho del rival que cayó el suelo. Juan nada pudo hacer. Y desde ese instante se cruzaron las alternativas: Eduardo Pirri tuvo tres remates nítidos, especialmente un cabezazo a saque de Mario Calvera, y ellos también tuvieron varias jugadas claras, más claras aún. Pero hay que decir que ellos estuvieron mejor en la segunda parte, especialmente con más fondo físico en los últimos minutos.

Formamos de partida así: Juan; Alex Velilla, Marcos, Alfredo, Aitor; Diego Rodríguez, Mario; Diego Cali, Jorge Rodríguez, Alex Fernández; y Pirri. Luego intervinieron en el juego, Jorge David, recién incorporado; Jaime y Alex. El arquero Stalin no llegó a debutar, y el interior Miguel Garcés, que había jugado un estupendo partido el pasado sábado con dos tantos, no compareció.

Marianistas es un equipo correoso, compacto, que no pierde el sitio ni se pone nervioso cuando va con el marcador en contra. Es un conjunto físicamente imponente, bien estructurado, y con buenas individualidades en todas las líneas. Destacan sus centrales, sus dos medios centros, que intentaron apagar a Diego Rodríguez y mitigar los culebreos de Jorge, y uno de sus delanteros, el siete, pero todo el conjunto es bueno. Son trabajadores, se asocian, pelean hasta el último instante y tienen conciencia de equipo: bregan, pasan, cambian el juego constantemente y son conscientes de su poderío físico.

Sin embargo, hoy se encontrarán con la horma de su zapato. El Garrapinillos jugó con seriedad y sin complejos: quiso el balón, buscó la portería contraria y no se desencajó en ningún instante. Y así, poco a poco, fue haciéndose con el partido: marcó el 0-1, volvió adelantase con 1-2, y finalmente, cuando había cedido un poco más al empuje del rival aunque sin naufragar, sucumbió, tras haber hecho una defensa numantina, con el tiempo vencido ampliamente, aunque el árbitro dijese lo contrario. Nos perjudicó en tres lances específicos, sin duda, pero pese a todo el arbitraje ha sido más o menos correcto.

El Marianistas puede ser un justo vencedor, como lo habríamos sido nosotros, como habría sido justo, más justo tal vez, el empate. Con el empate para nosotros aún habría Liga y posibilidad de alcanzar el liderato; ahora, a ocho puntos, parece que lo más sensato es pensar que tendremos que luchar sin descanso por la segunda plaza y por lograr los puntos que dan acceso al ascenso directo. Ahora, a falta de saber que ha ocurrido hoy, ya nos habrá igualado Pina de Ebro en la segunda plaza, en caso de que haya ganado. O de que ganase ayer, que no lo sé todavía.

 

El Garrapinillos regresó dolido. Desespera perder cuando ya sabes que todo ha concluido. El partido fue excepcional: de batalla, de pura épica de domingo calmo y luminoso, de una bella y trabada intensidad. Un padre del equipo rival dijo: “Así da gusto. El Garrapinillos es el primer equipo que le planta cara seriamente. Si no es así hasta resulta aburrido venir al campo”. Con todo, Marianistas había perdido aquí un partido en los últimos instantes.

 

*Escena que veo desde la ventana, mientas escribo la nota: Sale Diego Rodríguez, el ocho, de casa con la cabeza gacha, con una especie de melancolía, con una sensación de pérdida. Quiero pensar que le ha dolido profundamente perder así. Ha jugado bien, con menos brillo que otras veces, hasta desfondarse, pero hoy se ha enfrentado a los dos mejores medios centros, con él, creo, de su serie. Y ellos tienen más envergadura física. Entre los dos, lograron minar su resistencia, sus avances y sus cambios de ritmo. Hoy el partido, incluso a él, se le ha hecho largo. Aquí le vemos en una foto de José Antonio Melendo desbordando a un rival. 

 

SALVADOR 3 -GARRAPINILLOS 1. INESPERADA DERROTA

SALVADOR 3 -GARRAPINILLOS 1. INESPERADA DERROTA

El Garrapinillos juvenil ha perdido hoy, tras acumular ocho victorias consecutivas (y una más, en el amistoso ante el Montecarlo de Carlos Arnal), ante el Salvador B. Se jugó en su amplio campo, de césped artificial, y el equipo local venció por 3-1, tras remontar el gol de Jorge Rodríguez, que remató una espléndida jugada de su hermano Diego. Dos fallos defensivos y un penalti, que pareció innecesario, fueron el premio acaso excesivo para el conjunto jesuita.

 

El partido tuvo cuatro fases: la primera parte del primer tiempo, el Salvador fue superior: dominó el centro del campo, jugó un fútbol aseado y con buenas transiciones, aunque no generó demasiado peligro. A partir del minuto 30, el Garrapinillos recuperó el pulso, llegó arriba con nitidez y Pirri malogró un gol cantado. En la segunda parte, hasta el minuto 20 o 25, Garrapinillos se adueñó del partido: generó el gol, generó varias jugadas de mérito, Diego volvió a hacer una impresionante jugada, dejó atrás a todos y en el duelo contra el portero, ganó éste: rechazó y abortó una espléndida jugada e impidió el 0-2. Poco más tarde, Pirri lanzó al larguero y marró, y Jorge realizó un desborde por la izquierda que mereció ser gol: el pase hacia Pirri se paseó a puerta vacía y acabó cerca del poste y fuera.

 

De golpe, un poco más allá del ecuador de la segunda mitad, se produjo la reacción del Salvador: se aliaron su buen juego y dos despistes defensivos del Garrapinillos, para ponerse por delante; más tarde, una falta de entendimiento entre Alfredo y Miguel Ángel Gayoso derivó en un penalti, que el delantero del Salvador lanzó con maestría.

 

No hubo mucho más. El Salvador tomó el pulso al choque, provocó más ocasiones, y el Garrapinillos dependía básicamente de las jugadas de Diego, de algún que otro avance de Jorge y de Pirri, que no tuvo ayer su mejor día.

 

El Garrapinillos jugó a ráfagas, con intensidad, pero pecó de falta de efectividad en los momentos determinantes y adoleció de condición física. Esta semana no se entrenó y eso, al final, se pagó caro. El resultado pudo haber sido otro perfectamente, pero tampoco hay que restar mérito alguno al triunfo del Salvador. El Garrapinillos formó así: Gayoso; Alex Velilla, Alfredo, Marcos, Aitor; Diego, Mario Calvera; Miguel, Jorge, Adrián Serna; y Pirri. Entraron en la segunda parte Jaime, Alex Navarro y Juan.

 

José Antonio Melendo acudió a hacernos fotos con su nueva cámara. Y entre los espectadores estaba el gran Jorge Melero, que bajó un instante a saludar. Poco después, un gol de Braulio (otra vez) le daría la victoria al Real Zaragoza y el liderato de la Segunda División.

 

*DIEGO EN ACCIÓN

hoy ha vuelto a realizar estupendas jugadas, que no acierta a finalizar. Así lo captó José Antonio Melendo.

 

GARRAPINILLOS 5-JUVENTUD 3

El Garrapinillos juvenil jugaba ayer un partido importante ante uno de los equipos más serios de su categoría. El Juventud, que venció 3-4 al que dicen que es el gallito de la serie: el Marianistas. Es un conjunto clásico, con larga trayectoria en todas las categorías. El choque era a las doce de la mañana, en casa, en el campo de hierba natural de San Lorenzo. Hacía una espléndida mañana de sol que despedía así, con un bello fulgor de primavera, el otoño. Al principio, solo contábamos con doce jugadores. Nos extrañó la ausencia de Adrián Serna: le llamamos varias veces y no respondió al móvil. Debía seguir de parranda o inmerso en las pantanosas zonas del sueño o de alguna resaca.

En el vestuario todos teníamos clara una cosa: era un partido crucial para seguir arriba, iba a ser difícil, iba a ser intenso, apasionante, y lleno de tensión. Y así fue: ellos, de naranja, venían con un montón de jugadores y con un montón de padres, que animaron lo que pudieron. Nosotros, como casi siempre, con lo justo. Y además, nuestro arquero tenía averiado el dedo meñique. Lo probamos en el calentamiento, y pareció no resentirse. Gayoso es titular indiscutible, porque es el único que tenemos, porque está muy metido en la campaña y porque es único también. Su campaña es sobresaliente y tiene una clara influencia sobre sus compañeros.

Formamos así: Gayoso; Alex Velilla, Alfredo, Marcos, Aitor; Mario, Diego Rodríguez; Diego Cali, Jorge Rodríguez, Alex Fernández; Eduardo Pirri. En el banquillo solo contábamos con Juan, y luego se sumó Adrián Serna. Ambos jugarían y colaborarían en la victoria.

El Juventud dio la impresión de que era un equipo sólido, bien asentado, peligroso, aunque fue sorprendido muy pronto por los nuestros: pared entre Jorge y Diego, éste cedió a Pirri, que remató con elegancia y precisión. El Garrapinillos mandó y dominó, generó alguna ocasión más, aunque en un leve encadenamiento de errores, se produjo el empate. Poco después, en un remate de pícaro que no da una por pérdida, Pirri adelantó al Garrapinillos de nuevo. Ya en la segunda parte, Jorge lanzó un córner, se generó un pequeño lío en el área rival, y Pirri marcaba el tercero de la mañana tensa y su gol número doce de la temporada. Algunos minutos después, en una falta cerca de la medialuna, un delantero del Juventud acortó distancias. Y entonces, ya con Serna en el campo y Alex Fernández (de nuevo una expulsión rigurosa y confusa, excesiva para la categoría), el Garrapinillos consolidó su juego y el triunfo con diez jugadores: Adrián Serna lanzó dos pases en profundidad de a Jorge, que éste solventó del mismo modo: con dos precisas y plásticas vaselinas. Las dos muy similares y realmente bonitas.

El Juventud acusó el golpe, y aún recortó distancias con un nuevo gol, pero ya no había tiempo para la reacción. El triunfo del Garrapinillos fue justo y brillante, porque el partido se jugó de poder a poder, con pasión, con concentración, sin descanso. Éste es el octavo triunfo consecutivo de los rojillos. El equipo estuvo muy bien en todas las líneas: excelente Gayoso, sobrios y asentados sus defensas quqe ayer volvieron a demostrar que el equipo está donde está porque la defensa está dando un gran rendimiento; Mario ejerció de bastión, Diego corrió sin cesar, robó constantes y generó ocasiones y abrió espacios con desborde y potencia; Pirri realizó un partido de una gran efectividad y entrega; Diego Cali probó una nueva demarcación con seriedad y pareció sentirse a gusto; Alex estuvo bien y Jorge realizó un partido muy completo, de continuo trabajo, de lanzamientos a sus puntas, y se mostró como un buen ejecutor en los metros finales.

 

Los chicos estaban realmente contentos al final. Y con razón. Salvo el partido de Pina, en la tercera jornada, no hay nada que reprocharles. Eso sí, creo que el de ayer ha sido su mejor partido.