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DESCONCIERTO Y DERROTA EN CASA: 1-4

DESCONCIERTO Y DERROTA EN CASA: 1-4

En pocos días, bastante funestos, el Garrapinillos juvenil ha iniciado un importante bajón, cuando no descalabro, espero que un periodo pasajero. El pasado sábado tocamos fondo por motivos propios y ajenos: un arbitraje pésimo, sin mano izquierda, ante La Puebla de Alfindén, y nuestra impulsividad; las dos cosas, mezcladas y amasadas, han arrojado un resultado catastrófico. Perdimos a cuatro jugadores (toda la línea defensiva, casi: Diego Cali, Alfredo, Marcos y Aitor) y, en los últimos instantes, un partido que habíamos aguantando con 1-0 a favor por un definitivo 1-2, que se solventó en torno al minuto 89 poco antes de la invasión del campo de San Lorenzo. Esta ha sido una semana de agitación, de disputas en los despachos, de actas y contractas. Y todo en vano: a Marcos, por devolver una patada sin balón (tras recibir un feroz impacto de tacos metálicos en la espinilla), le han castigado con cuatro partidos; lo mismo a Alfredo, que insultó gravemente al árbitro; lo mismo a Diego Cali, que lanzó al aire un manotazo, y éste dijo que había sido un intento de agresión, y dos a Aitor, que fue expulsado por dos amarillas y despidió al árbitro al grito de “eres un payaso”.

 

Hoy contábamos tan solo con doce jugadores, dos de ellos, cancerberos para enfrentarnos al San Mateo, con el que íbamos igualados a puntos. Nos pareció que debíamos dar una oportunidad a Stalin, que había entrenado con entusiasmo y con absoluta generosidad bajo las órdenes del gran preparador de porteros Pedro. Juan lo había hecho muy bien en todos los partidos anteriores. Salimos al campo con un equipo raro: Stalin; Jaime, Alex Velilla, Pirri y Alex Fernández; Miguel, Mario, Diego, Diogo; Alex Navarro y Jorge. En la primera parte, el partido fue de poder a poder, con mayor dominio de ellos en el primer tramo. A consecuencia de ellos, marcaron dos goles en sendos balones cruzados al área. El Garrapinillos nunca entró del todo en el partido. Los entradores del San Mateo pronto recordaron a los suyos que el pulmón de nuestro equipo es Diego Rodríguez, y le pusieron un muro en un calculado marcaje por zona. Los demás tampoco acababan de entrar en juego, aunque la defensa, hecha la salvedad de las dos ocasiones materializadas, no había sufrido muchos apuros. Con todo, nos fuimos al descanso 1-2, y Alex Navarro estuvo a punto de igualar con un cabezazo al palo tras un fallo de la retaguardia blanquiazul. El árbitro dirigía el choque con corrección y el clima fue, en todo momento, de exquisita deportividad.

En la segunda parte, realizamos algunos cambios tácticos. Stalin; Diogo, Alex Velilla, Jaime, Alex Fernández; Miguel, Diego, Mario, Jorgte; Alex Navarro y Pirri. El más determinante fue que Pirri, nuestro goleador, pasó de central a su posición natural este año: ariete. Generó varias jugadas, Jorge estuvo a punto de marcar en un par de ocasiones, en dos vaselinas a contrapié. En un saque largo, nuestros centrales, Jaime ahora y Alex, se tragaron el bote del balón y el delantero contrario apuntilló el marcador: 1-3. Cuando moría el partido, se produjo el único fallo claro del arquero Stalin y sentenciaron el partido: 1-4. Y no solo eso: nos superaron en nuestro gol average privado. En su campo habíamos ganado 4-2, a pesar de habernos quedado con nueve jugadores.

 

El partido nos dejó una sensación muy amarga. Acariciamos el empate, dominamos los primeros veinte minutos de la segunda parte pero nos faltó punch, juego, combinación, potencia, personalidad, sensación de dominio. Salimos derrotados antes del duelo en un choque que tenía algo de duelo por los expulsados. Y lo peor no es solo eso: nos queda una sensación de incertidumbre y de caos. A mí especialmente. Una de las claves de nuestros buenos resultados –nueve partidos ganados consecutivamente, ocho de ellos oficiales- era la solidez de la retaguardia. Hoy, en momentos puntuales, naufragamos, pero sobre todo naufragamos en juego, en bisoñez, en carácter, en resistencia y en ambición. No hubo nada de lo que solemos exigirnos: pelea, orden y talento.

 

Sólo nos queda seguir ahí: recobrar el entusiasmo, mejorar nuestros entrenamientos, disfrutar más con el balón y enderezar el rumbo con personalidad y sacrificio, con buenos pases y determinación. Si no lo hacemos así, la Liga habrá terminado para nosotros y el sueño elaborado en una primera vuelta magnífica.

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